Toma 8

Paquita, como todos los días, llegaba a la universidad a las 7:00 am a gusanear; es decir, a
hacer cola para el desayuno. Mientras estaba en la fila, vio un par de cachimbos que le
pedían a un estudiante que les diga dónde quedaba la facultad de mecánica, pero como era
de esperarse los mandó al desvío. “Pobres chicos, llegarán tarde”, pensó.
Sin embargo, eso trajo recuerdos de esos tiempos cuando recién había logrado ingresar a la
universidad a pesar de todas las dificultades que tuvo en ese entonces, como lo fue el
enfrentar la muerte de su madre.
En eso, sintió algo peludo que asomó entre sus piernas , todos los estudiantes empezaron a
murmurar diciendo “¿Por qué se deja acariciar?”, ”de seguro quiere que le dé comida”,
“perrovaca hazme caso";.
Asombrada, Paquita observaba como Perrovaca quería que ella le acariñe. En verdad, pensó
que era violenta por todas las huelgas a la que iba. Pero, el tenerla ahí con su cabecita
inclinada, como si sintiera también el dolor ajeno, la hizo pensar que tal vez Olga sí era
diferente a los demás perros. Casi como un consuelo le dio una lamida a su mano y eso fue
suficiente para olvidar aquel doloroso recuerdo y más bien llenarlo con un sentimiento
cálido.
“Avance, grupo 2, avance";. De vuelta a la realidad le dio una palmadita a la cabeza
prometiéndole que la próxima vez que la vea le daría un hueso grande. “Gracias
perrovaca".


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